Puedo ir a donde yo quiera. Vivirme, morirme, resucitarme. Dulcemente arrancarme la memoria y nacer en sus manos. Lamer sus largos dedos y nutrirme de ese minuto. El minuto que parece horas, días, años, labios, rostro, décadas, siglos, países, dioses, mundos, sus ojos.
Mientras me da un beso.
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